Desde la ocurrencia de los hechos delictuales aparejados al denominado “estallido social” y su reiteración sistemática hasta hoy, se aprecia una arbitraria discriminación en el trato político, jurídico y mediático que se dispensa a los actores, según se trate de quienes se manifiestan recurriendo a la violencia y el terror para imponer sus términos, o de quienes cumplen el cometido público de reprimirlos, Carabineros de Chile y Fuerzas Armadas, instituciones que dispone el estado para resguardar su integridad amenazada.
[bs-quote quote=”…INCENDIOS, DESTRUCCIÓN, SAQUEOS Y AGRESIONES EN MEDIO DE UNA VIOLENCIA INAUDITA ES EL ESCENARIO QUE DEBEN ENFRENTAR MILITARES Y CARABINEROS, ENTRE ELLOS MUJERES QUEMADAS CRUELMENTE Y QUE, PARADOJALMENTE, AÚN EN TOTAL INSUFICIENCIA NUMÉRICA ESTÁN IMPEDIDOS POR LAS REGLAS DE USO DE LA FUERZA IMPUESTAS POR LA AUTORIDAD, DE EMPLEAR OPORTUNAMENTE MEDIOS PROPORCIONALES A LA AGRESIÓN DE QUE SON VÍCTIMAS…” style=”default” align=”left” color=”” author_name=”” author_job=”” author_avatar=”” author_link=””][/bs-quote]
Resulta paradojal en ese contexto, que los integrantes de la autodenominada “primera línea”, participando de la violencia públicamente conocida, se constituyan en las víctimas y las fuerzas encargadas de resguardar el orden público, sean sindicados como los victimarios, en circunstancias que la intención manifiesta de los primeros es dañar, herir o matar y la de los segundos es evitar que eso ocurra. Unos ofenden y otros defienden. Incendios, destrucción, saqueos y agresiones en medio de una violencia inaudita es el escenario que deben enfrentar militares y carabineros, entre ellos mujeres quemadas cruelmente y que, paradojalmente, aún en total insuficiencia numérica están impedidos por las reglas de uso de la fuerza impuestas por la autoridad, de emplear oportunamente medios proporcionales a la agresión de que son víctimas. Como complemento, resultan con lesiones adolescentes, mujeres y ancianos, a quienes la “primera línea” utiliza para cosechar dividendos derivados de la natural conmiseración y repudio que despierta la victimización de personas vulnerables.
La situación descrita ha sido sistemáticamente tergiversada o derechamente falseada para arribar a conclusiones espurias en que se fundamenten iniciativas, acciones y resoluciones que, favoreciendo a quienes delinquen, sancionan o excluyen de cualquier beneficio a quienes han debido enfrentarlos en el cumplimiento del deber impuesto por la autoridad. Resulta sobreabundante e inoficioso mencionarlas porque son de público conocimiento.
Uno de los mentores de la ideología que comparten los cultores de la violencia acuñó el célebre principio que informa su accionar: “El fin justifica los medios”, lo que en este caso se materializaría en sanciones para carabineros y militares y amnistía o indulto para quienes delinquen y tal vez, en un futuro no lejano, allanados los mecanismos legítimos de defensa, el fin del estado de derecho como hoy lo conocemos.