Chile ante el Abismo: Seguridad y migración, los fantasmas de la Urna para este 16 /11

4 horas hace

A solo diez días de un veredicto que podría redefinir el alma de Chile, el escenario se torna sombrío. Mientras el Producto Interno Bruto (PIB) se estabiliza en un 2,5% y la inflación ronda un moderado 3%, el verdadero pulso del país late en las calles, marcadas por la inseguridad y la migración. Las imágenes de barrios en llamas, el narcotráfico desbordante en el norte y una frontera permeable que arrastra empleos y futuro invitan a la reflexión: ¿estamos ante un problema de cifras o ante una crisis que se traduce en balas y rostros asustados?

La campaña presidencial, protagonizada por ocho candidatos en el circo político de Servel, se reduce a una inquietante dicotomía: ¿apostamos por un muro o un abrazo? ¿Priorizamos la ley y el orden o los derechos humanos? Esta polarización no es nueva; el estallido social de 2019 aún vive en nuestra memoria colectiva. Hoy, con encuestas que muestran un virtual empate —Jeannette Jara 22%, Evelyn Matthei 20%, José Antonio Kast 18%, Johannes Kaiser 15%—, el miedo se convierte en el protagonista indiscutido pero las encuesta no son un evaluador confiable .

El reto de Jeannette Jara

Jeannette Jara, figura emergente de la izquierda, camina sobre brasas. Su partido, el Partido Comunista, ha prometido un cambio profundo en temas sociales, pero enfrenta el alarmante aumento del 30% en homicidios en solo dos años. Su propuesta de “fronteras abiertas con control inteligente” puede sonar a idealismo, pero, en una sociedad herida por la violencia, su mirada humanista se percibe como una ingenuidad peligrosa. Si bien Jara intenta unir fuerzas con organizaciones y comunidades marginadas,buscan movilizar el voto progresista —ese 40% abstencionista que Boric despertó y ahora duerme—. la pregunta esencial persiste: ¿puede una izquierda comprometida con los derechos humanos garantizar seguridad sin rendirse a la tentación del autoritarismo?. Críticos la acusan de lenidad, recordando el caos post-estallido. Jara aprieta: alianzas con la DC para un balotaje viable, pero el fantasma de Allende la persigue.

La respuesta en la derecha

Del otro lado del espectro político, Evelyn Matthei se presenta como la caricatura de la dama de hierro. Con una estrategia pragmática, lanza propuestas radicales: un aumento de 100.000 carabineros, inteligencia cibernética y deportaciones exprés. Su intención de apelar al “voto silencioso”, un centro adolorido que anhela orden, invita a cuestionar: ¿es Matthei la Circe que doma a ultraderecha, o solo un placebo para el pánico?

José Antonio Kast, por su parte, se adentra en un terreno aún más extremista, abogando por medidas drásticas que evocan el autoritarismo que tanto hemos intentado evitar. No modula: grita. Su “emergencia nacional” es un manifiesto de murallas y mano dura: cerrar la frontera sur y “deportar a 500.000 irregulares” que cueste lo que tenga que costar . Su discurso  desgasta el tejido social, y aunque resuena con un segmento de la población atrapada en el miedo, también revela la fragilidad de un país que busca respuestas en la violencia en vez de en el diálogo.

Fragmentación del espectro político

Sumido en esta lucha, emergen otros personajes políticos. Desde Franco Parisi, que desplaza las aguas con propuestas contra las “élites fachas y comunachas “, hasta Johannes Kaiser, que clama por que  “En mi primer día de gobierno Indultaré a todos los Carabineros condenados por salvar la democracia” y el uso armamento para civiles. Este panorama fragmentado refleja una carencia de cohesión en la izquierda y una derecha que se beneficia de la dispersión de significados y propuestas.

La situación exige un llamado a la cordura. Ni el utopismo de Jara ni la dureza de Kast y Kaiser son las soluciones. Una figura como Matthei podría ofrecer un puente, pero su vacilación en temas migratorios sugiere que no hay un verdadero entendimiento de las complejidades detrás de la desigualdad que alimenta la violencia y el crimen.

Necesitamos un pacto nacional que busque soluciones reales en lugar de consignas vacías: inversión en educación, creación de empleos formales y desarrollo de una policía comunitaria que promueva la paz en vez de la represión.

La migración no es un monstruo que devora nuestra identidad; es un espejo que refleja nuestras fallas estructurales. La seguridad no debe ser sinónimo de venganza. En las urnas del 16 de noviembre puede estar el primer paso hacia una sanación colectiva. Debemos votar por un Chile que abrace su diversidad sin derramar sangre, que aspire a un orden sin caer en la represión.

Desde esta editorial, Chile clama por cordura. No el utopismo de Jara, que confunde empatía con debilidad y permite que el narco infle pulmones juveniles. Ni el martillo de Kast-Kaiser, que machaca libertades en nombre de la ley, evocando dictaduras que juramos enterrar. Matthei ofrece puente, pero su centroderecha tibia evade el fondo: desigualdad que empuja migración y crimen. Urge un pacto nacional —no consignas—, con inversión en educación bilingüe, empleo formal para todos y policía comunitaria, no represora. La migración no es plaga; es espejo de nuestras fallas. La seguridad, no venganza.

Si fracasamos en este intento, la cordillera no temblará solo por terremotos, sino por fracturas sociales profundas que han permanecido ocultas. La democracia, frágil como el cobre, lo exige.

Víctor Manuel Arce García

Presidente Boric llega a Brasil para participar en la Cumbre de Líderes de la COP30 en Belém do Pará

]]>

Para leer el artículo completo, visita The Times en Español