El clip, compartido por la usuaria @cotebelmargodoy, muestra a Santino visiblemente afectado mientras expresa su admiración por el mandatario: “Yo no quiero. Quiero que siempre sea nuestro presidente, porque lo quiero mucho”, dice entre lágrimas, reflejando una conexión emocional profunda con la figura de liderazgo de su país.
Su madre intenta consolarlo, explicándole que los presidentes pueden postularse nuevamente, pero Santino, con la ilusión de un niño, desea conocer a Boric antes de que termine su mandato. “Presidente, no quiero que se vaya nunca. Ojalá venga a mi casa a tomar once; yo vivo en San Pedro”, expresa, invitando al presidente a compartir un tradicional encuentro chileno.
Santino incluso detalla su oferta: promete sopaipillas y asegura que Boric puede asistir con su familia. “Así yo voy a poder conocerlo por primera vez antes de que se vaya”, añade con esperanza.
El pequeño no se detiene allí; su imaginación lo lleva a proponer un viaje a Santiago para conocerlo en La Moneda. “¿Y si vamos a donde trabaja para conocerlo en persona? Después, cuando termine, él se va en su auto y lo invitamos, le decimos que nos siga para que tome once”, sugiere, demostrando no solo su deseo de conexión, sino también la inocente esperanza de muchos chilenos por un liderazgo más accesible.
Este emotivo registro ha resonado en las redes sociales, donde usuarios han destacado la ternura y espontaneidad de Santino, así como la influencia vital de las conversaciones familiares en el interés político infantil. Su capacidad para expresar admiración y deseo de cercanía a una figura pública es un recordatorio de que la política no es únicamente un ámbito de adultos; los jóvenes también tienen una voz que puede manifestarse de maneras inesperadas y conmovedoras.
En resumen, este episodio no solo revela la sensibilidad de los niños ante temas políticos, sino que también subraya la importancia de que los líderes fomenten una cercanía con los ciudadanos desde una edad temprana. Las lágrimas de Santino son más que una expresión de tristeza; son un reflejo de anhelos, esperanzas y el deseo de conexión que debemos valorar como sociedad.
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