Estados Unidos podría negar visas a extranjeros con diabetes u obesidad bajo orden de Trump

6 horas hace

La reciente directriz emitida por la administración del entonces presidente Donald Trump está causando revuelo en las políticas migratorias de Estados Unidos. Esta normativa, que busca restringir el ingreso y la residencia de personas con enfermedades crónicas como la diabetes y la obesidad, ha generado fuertes críticas de expertos y organizaciones humanitarias, quienes la consideran discriminatoria y moralmente cuestionable.

El documento, enviado por el Departamento de Estado a embajadas y consulados, establece que los funcionarios de visas deben evaluar la salud de los solicitantes, analizando si representan una “carga pública”. Esto implica que su atención médica podría acarrear gastos significativos para el sistema de salud estadounidense. Según un informe de “KFF Health News”, la nueva directriz amplía considerablemente los criterios de salud para la evaluación de solicitantes, que anteriormente se enfocaban en enfermedades contagiosas y la vacunación. Sin embargo, ahora, la obesidad y la diabetes se han convertido en factores decisivos en la concesión de visas.

La preocupación de instituciones y expertos en salud pública es evidente. Charles Wheeler, abogado de la Red Católica de Asistencia Legal para la Inmigración, ha indicado que esta medida otorga un poder desproporcionado a funcionarios sin la formación médica necesaria para emitir juicios de este tipo. Como él mismo señala, “no deberían hacer proyecciones basadas en sus conocimientos o prejuicios personales”. Esta falta de fundamentos científicos en el proceso de toma de decisiones amenaza la equidad y puede llevar a prácticas discriminatorias.

Adicionalmente, el documento sugiere que se considere la situación médica de los familiares del solicitante, incluyendo hijos o padres ancianos, y su capacidad económica para cubrir tratamientos sin recurrir al apoyo estatal. Un punto relevante en la normativa es la suficiente solvencia económica de los solicitantes: “¿Cuenta el solicitante con recursos financieros suficientes para cubrir los costos de dicha atención durante toda su esperanza de vida sin asistencia pública?”, pregunta el texto. Esta evaluación económica complica aún más el proceso migratorio, generando dudas sobre una valoración justa de la salud en un contexto de movilidad humana.

Esta normativa forma parte de un enfoque más amplio de la administración Trump, que intenta limitar el crecimiento de la población inmigrante y priorizar a aquellos que se consideran económicamente autosuficientes. Este enfoque ha sido criticado por su carácter restrictivo y por cómo podría penalizar a individuos que, a pesar de sus desafíos de salud, podrían contribuir de manera positiva a la sociedad estadounidense si se les brindara la oportunidad.

Organizaciones humanitarias, expertos en derechos humanos y defensores de la inmigración denunciaron esta política como un ataque inaceptable a la dignidad humana. Argumentan que penalizar la salud como un criterio migratorio no solo desafía principios éticos y médicos, sino que también contradice los valores fundacionales de un país que se ha definido como un refugio para quienes buscan mejorar sus vidas.

En conclusión, la nueva directriz de la administración Trump en relación a la salud y la inmigración representa un cambio radical en las políticas migratorias de Estados Unidos, con profundas implicaciones para el futuro de la movilidad humana y el trato equitativo de las personas. La salud no debería ser un criterio de rechazo en el ámbito migratorio; es urgente que se continúe el debate sobre cómo crear políticas que respeten tanto la dignidad humana como la sostenibilidad del sistema de salud.

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