A tan solo dos semanas de la primera vuelta presidencial, se cerró el plazo para la entrega de informes que detallan los ingresos y gastos de las diversas campañas. Este proceso es fundamental, no solo para la transparencia en el uso de fondos, sino también para que los candidatos puedan obtener reembolsos en función de sus resultados en las elecciones. Por cada voto obtenido, los candidatos pueden reembolsar un monto que se entiende en unidades de fomento (UF), específicamente 0,04 UF por voto.
A pesar de que la mayoría de los candidatos se balancean en una situación favorable en términos de financiamiento, dos competidores se encuentran en una situación crítica: Harold Mayne-Nicholls y Marco Enríquez-Ominami, quienes no lograron suficiente respaldo popular para cubrir las deudas que contrajeron para financiar sus campañas.
La situación de los candidatos en deuda
Harold Mayne-Nicholls, ex presidente de la ANFP y conocido rostro en el ámbito del deporte chileno, llegó a las elecciones con grandes expectativas. Sus asesoras más cercanas indicaron que, en el peor de los casos, la estimación de votos que manejaba era de alrededor del 3%. Esto se traduciría en un reembolso de aproximadamente 639 millones de pesos, que hubieran permitido cubrir una parte importante de la deuda adquirida. Sin embargo, la realidad fue muy diferente. Al finalizar la primera vuelta, Mayne-Nicholls recibió un magro 1,26% de los votos, lo que equivale a unos 257 millones de pesos a reembolsar, lo que deja una notable brecha con los 559,4 millones solicitados a Banco Estado para financiar su campaña.
Por otro lado, Marco Enríquez-Ominami, una figura recurrente en las elecciones chilenas y aclamado por su enfoque político independiente, enfrenta un panorama similar. Su campaña se sustentó bajo la obtención de dos créditos por un total de 598 millones de pesos. Sin embargo, sus esfuerzos electorales le reportaron tan solo 1,20% de las preferencias, lo que significa que solo podrá obtener cerca de 245 millones a rendir. Al igual que Mayne-Nicholls, Enríquez-Ominami se queda corto respecto a los recursos necesarios para saldar su deuda.
Contexto Financiero de la Campaña
La dinámica de financiamiento en las campañas políticas chilenas es un aspecto crítico. Los millones de pesos involucrados no solo reflejan la ambición de los candidatos por alcanzar La Moneda, sino también el alto costo de las campañas electorales en un entorno donde la inversión en publicidad, movilización y comunicación resulta esencial para atraer el apoyo del electorado.
Al desglosar los 12.896 millones de pesos, se evidenció que de esta suma, 10.700 millones fueron originados de créditos solicitados por los propios candidatos. Esto es indicativo de una tendencia creciente donde los candidatos asumen deudas significativas con la esperanza de que el reembolso por votos les permitirá recuperarse. Sin embargo, como se ha visto en el caso de Mayne-Nicholls y Enríquez-Ominami, esta estrategia puede resultar en una carga financiera insostenible si el respaldo electoral no se traduce en votos significativos.
Conclusión
La falta de apoyo electoral y los correspondientes reembolsos han dejado a Mayne-Nicholls y Enríquez-Ominami en una difícil encrucijada. Sus experiencias resaltan la fragilidad del financiamiento en las campañas políticas y la necesidad de un mejor sistema que no solo se base en las expectativas, sino que también garantice que aquellos que se lanzan a la arena política cuenten con las herramientas necesarias para afrontar los riesgos financieros. A medida que los candidatos y sus equipos reflexionan sobre este ciclo electoral, será clave aprender de los errores y buscar estrategias que permitan una gestión más responsable de los recursos en el futuro.
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