El catalizador principal fue la subida del cobre, que avanzó un 2,76% hasta US$5,76 por libra, acercándose al récord de US$5,8 alcanzado el 26 de diciembre, y proyectando un cierre de año con una impresionante ganancia del 45%. Este repunte se debe a un escenario de oferta ajustada, provocado por la paralización de operaciones en Grasberg (Freeport-McMoRan) en Indonesia, mina que representa casi el 3% de la oferta global, y a persistentes tensiones laborales en Chile y Perú. Además, las amenazas arancelarias del presidente Donald Trump han incrementado la presión sobre los inventarios, trasladándolos desde Londres y Shanghái hacia Estados Unidos. La demanda estructural se mantiene robusta, impulsada por necesidades en electrificación, redes eléctricas y la inversión en data centers e IA.
En el ámbito externo, el Dollar Index subió un 0,27% hasta 97,8, intentando mitigar la debilidad registrada anteriormente, mientras el mercado se prepara para la publicación de las minutas de la Fed, en una semana marcada por la baja liquidez debido a los feriados. A pesar de esto, el dólar continúa en camino a su peor rendimiento anual desde 2017, con una caída cercana al 10%, en medio de la incertidumbre sobre el rumbo de la política monetaria a seguir.
Aunque se registró un repunte global del dólar, el rally del cobre y los flujos de capital locales lograron dominar la situación, llevando al tipo de cambio chileno a su mayor caída diaria reciente y estableciendo una cotización por debajo de los $910.
]]>